Ayudan a perder peso y reafirmar los glúteos. Fortalecen los músculos de piernas y abdominales. Corrigen la postura y aumentan la estatura. Reducen el dolor de espalda y lumbar. Mejoran la circulación. Previenen las varices. Combaten la celulitis. Moldean la figura con solo caminar… Son algunos de los beneficios que prometen las populares zapatillas “adelgazantes” que en los últimos años han inundado el mercado de calzado deportivo para mujer. Promesas que, según la Comisión Federal de Comercio de EE UU (FTC, por sus siglas en inglés), no tienen base científica y que han ocasionado ya dos cuantiosas multas en ese país por publicidad engañosa: una de 18 millones de euros para Reebok el pasado septiembre y otra de 31 millones para Skechers hace dos semanas. Las autoridades estadounidenses han actuado contra estas compañías por ser muy visibles, pero hay muchas otras marcas que anuncian estos beneficios en todo el mundo con total impunidad.
Las asociaciones de consumidores españolas llevan tiempo lanzando advertencias sobre este tipo de calzado. La OCU, en el número de marzo de su revista Compra Maestra, insiste en que sus efectos no están probados y está demostrado que el consumo de energía y la actividad muscular no son superiores a los que se producen al caminar con unas deportivas normales.
“El problema es que, con la legislación actual, es difícil sostener una denuncia ante un tribunal porque las compañías se cuidan mucho de usar frases categóricas. Por ejemplo, los anuncios no suelen decir que estas zapatillas adelgazan, sino que ayudan a adelgazar”